La Observación Psicosocial

(Incluido su video en mi Canal Oficial de YouTube)

LA OBSERVACION PSICOSOCIAL

Pichon-Rivière cuenta que siempre fue un ser esencialmente curioso. Su primer aprendizaje, como observador no participante, sobre el funcionamiento de los grupos humanos lo hizo en su adolescencia en Goya. Su madre solía reunirse a conversar, una vez por semana en la casa familiar, con las señoras del pueblo. Y el joven Enrique se había agenciado un agujero para verlas y escucharlas sin que lo descubrieran. Desde aquella primera enseñanza, que denominó del ojo de la cerradura, se dio cuenta de los vínculos, de las contradicciones y de todo lo que acontecía en eso grupal.

Muchos años después, el creador de la psicología social argentina va a disponer —en su método de enseñanza— que el equipo de coordinación sea integrado con uno o más observadores, por lo general no participantes, cuya función será el recoger todo el material expresado verbal y preverbalmente en el grupo operativo de aprendizaje, con el objetivo de realimentar al coordinador en un reajuste de las técnicas de conducción. Uno de los trabajos del observador consistirá en el registro de datos que habiliten el planteamiento de hipótesis acerca del desarrollo del proceso grupal.

Observar viene del latín observare y significa mirar con atención. Sus componentes léxicos son el prefijo ob (delante) y servare (tener, guardar, conservar). El diccionario de la lengua española habla de examinar atentamente; advertir, reparar; mirar con atención y recato, atisbar; guardar y cumplir exactamente lo que se manda y ordena. Como vemos, la palabra observación es polisémica, tiene una variedad de acepciones. Se trata tanto de la constatación de un hecho que conduce a la formulación de supuestos como de observar las normas, los mandamientos o la ley.

Todas estas significaciones son aplicables a nuestra observación psicosocial. La cultura occidental ha privilegiado el sentido de la vista para observar y ello se ha extendido al dominio de la ciencia. Nótese que la evolución científica está ligada a la construcción de observatorios: el telescopio es un instrumento para examinar el mundo macro, el microscopio es un artefacto para detectar lo micro, el panóptico es una estructura que tiene como fin generar el control sobre la totalidad de una superficie. La ciencia en sí es una prótesis para observar todo con cierto rigor de validez y veracidad.

La observación ha ejercido un poder de fascinación sobre los seres humanos, creando una ilusión de evidencia. Así, los límites entre embeleso y embeleco son muy frágiles. Embeleso es arrebatar o cautivar los sentidos; es el estado en que sentimos un placer, una admiración o una alegría tal que no se puede pensar ni sentir nada más. Embeleco es embuste, engaño o mentira a una persona con artificios y falsas apariencias. No es lo mismo mirar que ver. El ver es natural, inmediato, indeterminado y sin intención. El mirar es cultural, mediato, determinado y completamente intencional.

En relación a nuestra psicología social digamos que, como todo campo del saber, diseñó su propia modalidad de observación. Así, los equipos de coordinación están formados por el coordinador y uno o más observadores no parlantes, cuya misión es tomar nota del acontecer grupal, en especial de las situaciones que su atención flotante detecte como significativas. Luego, en reuniones realizadas entre una sesión del grupo y otra, el equipo estudia y unifica las distintas visiones de lo sucedido y considera las devoluciones que se harán en la reunión siguiente.

Como todo en nuestra disciplina, se trata de un conocer-haciendo y hacer-conociendo. Un rasgo que hace  a lo concreto del rol del observador es que, desde una ubicación liberada de las exigencias del intercambio verbal, el registro de datos se hace desde una óptica distinta a la de los demás miembros del grupo. Pues, co-pensando con el coordinador, potenciará la comprensión de los procesos grupales, procurando colegir lo que está más allá de lo manifiesto, de discernir lo que subyace en lo implícito. Esto conlleva un nivel de construcción de actitud y aptitud psicosocial.

El observador psicosocial sería una especie de especta-actor, es decir un espectador que contempla lo que sucede en el proceso grupal, a la vez que un actor silente que interviene como depósito y depositario de la circulación de la transferencia y de la  contratransferencia del grupo. Opera desde sus íntimas resonancias: qué piensa, qué  siente y qué hace. La observación operativa nunca es neutra ni inocua, pues a pesar del silencio siempre se está implicado como agente de intervención. El observador, pues, incide en el campo que observa y a él lo alcanza lo observado.

Los observadores no parlantes motivan a veces desconfianza e incomodidad en los integrantes. Algunas instituciones y escuelas pichonianas ni siquiera les permiten saludar a los otros miembros. Cuando, debido a esto, el grupo corre el riesgo de funcionar como un sistema cerrado, sin aperturas, Pichon-Rivière dice que puede utilizarse el rol del observador participante, el que en este dispositivo puede dirigirse verbalmente al grupo durante la reunión. Aunque es de destacar que circunstancias como la recién expuesta no suelen producirse con habitualidad.

Digamos, para finalizar, que observar es una cuestión dinámica y no inmóvil ni estática. El observable se encuentra en constante movimiento, por lo que el rol del observador deberá estar también en permanente oscilación. Si bien en los grupos operativos no se ve mucho desplazamiento físico de los observadores, sí hay vibración y circulación simbólica. Se acompaña con la mirada, con el cuerpo, con el alma, con la empatía, con lo que sucede en el proceso grupal, con cómo repercute eso que pasa en los miembros del grupo y con lo que incide en cada observador. ¡No es poco!

Nota: Para la elaboración de este breve artículo se han tenido en cuenta textos de Enrique Pichon-Rivière, Ana P. de Quiroga, Vicente Zito Lema, Diana Markwald, Hugo García, Fabio Lacolla, Graciela Jasiner, Clara Jasiner, Rafael Ávila, entre otros.