Algo Más Sobre Psicología Social y Legitimidad

(Publicado en Campo Grupal – Año 8 Nro. 71 de septiembre de 2005 y en A.P.S.R.A. - Asuntos Legales con fecha 16/9/2016)

ALGO MAS SOBRE PSICOLOGIA SOCIAL Y LEGITIMIDAD

En el número anterior de Campo Grupal (Nro. 70 del mes de agosto del corriente año) fue tratado el tema titulado Psicología Social y Legitimidad, haciéndose allí referencia a los ataques de grupos que pretenden impedir el ejercicio de dicha disciplina, fundada por el Doctor Enrique Pichon-Rivière hace ya más de cincuenta años. Sumándome al deseo de Ada Fanelli, en relación a que queremos ejercer en paz nuestra profesión y devolver a la comunidad lo que aprendimos sin ser perseguidos, es que quisiera agregar algunas pocas ideas con el propósito de apoyar solidariamente a los colegas víctimas -presentes y futuros- de la judicialización mencionada.

Vale la pena reiterar una vez más que existe un grupo interdisciplinario cuyo objetivo es el solidario respaldo a los Psicólogos Sociales acusados penalmente por fomentar la enseñanza de esta disciplina científica, como así también por ejercer esta profesión que tanto se emparenta con la asistencia a los más necesitados. Ya Sigmund Freud decía hace un siglo que la Psicología individual es al mismo tiempo y desde el principio Psicología Social. Pichon-Rivière lo cita y, a la vez, le reclama a su maestro no haber continuado en esa línea de pensamiento; pues como suele sostenerse en Psicología Social: el ser humano se enferma en grupo y debe ser curado en grupo.

Desde fines del año pasado vengo expresando en distintos medios gráficos y radiales algo vinculado a la temática de marras, destacando que entre las asignaturas pendientes relativas a la Psicología Social se pueden destacar, entre otras, las difíciles condiciones de ejercicio profesional que actualmente padecemos, como así también la intensa campaña de desprestigio hacia los Psicólogos Sociales en los últimos tiempos. Son muchos los modos de atentar contra la práctica regular y digna de esta profesión, por lo que entiendo -y remarco- que se torna imperativo aunar esfuerzos en pos de lograr una sólida institución del colectivo social que nos agrupa.

Por ello, más allá de la labor puntual del comité para la defensa de los Psicólogos Sociales víctimas de la judicialización -que se encuentra en pleno cumplimiento de esa tarea específica- quisiera agregar a modo de suma que la asociación que agrupa a los profesionales de la Psicología Social abarca actualmente ese y otros aspectos, de los cuales no existían antecedentes en el país. Así, haciendo un poco de historia, cabe mencionar que hace casi veinte años (en 1986) un grupo de Psicólogos Sociales comenzó a reunirse con la firme intención de fundar una asociación que los representara, objetivo que efectivamente pudo concretarse hacia mediados del siguiente año.

Para ello debieron redactarse y aprobarse, entre otros, el Estatuto de la entidad (que data del 27 de junio de 1987), el ante-proyecto del Código de Etica profesional, las normas de organización y procedimiento atinentes al Tribunal de Etica y Disciplina; cuerpos normativos todos que fueron pensados y elaborados por los colegas que nos antecedieron y que hoy tienen plena vigencia en el ámbito de la Psicología Social. Dicho plexo normativo contempla los deberes de los Psicólogos Sociales para con la comunidad y el orden institucional en general, como también las obligaciones inherentes al ejercicio profesional en sí, los deberes esenciales que reinan entre colegas, y la lealtad y diligencia de todos nosotros para con nuestros consultantes.

Suscribiendo las manifestaciones vertidas en el número anterior de este periódico, insisto una vez más en que todos y cada uno de los Psicólogos Sociales deberíamos unir esfuerzos para defender la dignidad del ejercicio profesional, la independencia de nuestra disciplina científica, una retribución adecuada por el trabajo que hacemos, el respeto a nuestras incumbencias profesionales, y toda tarea que nos asegure la libertad e igualdad de oportunidades y que proteja los derechos de esta comprometida actividad. ¿Acaso esta temática es tratada en las distintas Escuelas de Psicología Social afincadas, sin ninguna duda, en una tradición profundamente humanista y democrática? ¿Debaten los estudiantes y egresados de las referidas entidades acerca de la importancia de integrar una asociación fuerte que agrupe al colectivo de los Psicólogos Sociales?

Para finalizar, y más allá del conquistado reconocimiento oficial de la Psicología Social Argentina, sigo preguntándome una y otra vez acerca de la curiosa y paradojal situación de ser profesionales en la operación con gruposinstituciones y, sin embargo, no estar muchos de los Psicólogos Sociales agrupados en una institución (fuerte y representativa) que, entre otros de sus fines, pueda contrarrestar los ataques a nuestra digna actividad. Entiendo que, de tal modo, sería más difícil que pudieran prosperar aquellas viejas y oscuras tradiciones en que se inscribe la persecución a los profesionales de la Psicología Social, avalando así las propias consideraciones de Ada Fanelli en la anterior edición de Campo Grupal.

En la tensión solitario / solidario, ¿no estará también alguna clave para pensar lo atinente a la actual problemática que vivimos los Psicólogos Sociales?